lunes, 6 de abril de 2009

segunda entrega Räf

Al día siguiente, Pablo vino a despertarme y me propuso salir a dar una vuelta por Madrid, ya que yo sólo conocía el camino de casa a la universidad, acepté, me vestí y nos fuimos, estuvimos paseando por Gran Vía, nos sentamos a hablar en el parque de Plaza de España, y comimos en un Vips cercano, reíamos y comentábamos que sólo nos faltaban dos para parecernos a las de Sexo en Nueva York.
Antes de terminar de comer, llamaron por teléfono a Pablo, según dijo era un amigo suyo que había conocido el fin de semana anterior, decía que saliésemos esa noche por Chueca para que yo conociese el ambiente.

Esa tarde estaba súper emocionado, no me lo podía creer, aunque por otra parte estaba preocupado por lo que pudiese pensar Pablo de mi, porque por lo que hablé con el parece un chico muy puritano y correcto, de esos que no puede “echar un polvo, de los que tienen que hacer el amor”.

En casa, cenando antes de salir, Pablo me dio algunos consejos, y me dijo que por el no me preocupase, que si quería podía llevar a algún chico a casa.
Llegó la hora indicada y ahí estábamos todo peripuestos para destrozar la noche, la verdad, más que encontrar a nadie esa noche quería pasármelo bien y conocer más a Pablo, me gustaba como era ese chico y sabía que esa amistad podía ser para siempre, así que la noche la pasamos bailando, hablando y riéndonos.

A medida que fue pasando el tiempo, Pablo empezó a ser mas él mismo, y dejó ver a un chico algo amanerado, no mucho, pero se notaba, como ya teníamos confianza le empecé a llamar “La Pili”, era un mote cariñoso, que él, como era de esperar, se tomó muy bien.

Los años fueron pasando, La Pili, fue avanzando en su carrera como enfermero y yo en la mía de relaciones públicas.

En el segundo año, hice un curso de decoración de interiores y allí conocí a Daiana, una chica rubia muy estilizada, alegre e inteligente. Conectamos enseguida y empezó a entrar en nuestra vida. Un día tomando café me comentaba que no sabía como lo hacía que siempre se juntaba con chicos gay, yo sorprendido le pregunté si conocía a alguien más y me dijo que sí, que su mejor amigo era gay, me dijo que quería presentarnos a ver que nos parecíamos y yo acepté, quedamos para ese fin de semana en nuestra casa, íbamos a hacer una cena y estaríamos en casa con música y algo de beber para pasar la noche.
Al llegar la noche , ya estaba todo listo, y sonó el timbre, ahí estaban, la Pili, como siempre, se puso algo nervioso y rojo, muy típico de él; al llegar a la puerta ahí estaba Daiana y su amigo Al, un chico moreno con los ojos marrones, nos lo pasamos muy bien esa noche, los cuatro conectamos mucho, y parecía que estábamos hechos para ser amigos y estar juntos desde que nacimos, ya que entre unas cosas u otras algo nos conectaba, experiencias del pasado, vivencias o gustos.
Desde ese día todos los fines de semana quedábamos en nuestra casa o por Madrid, nos habíamos hecho inseparables los cuatro, se podía decir que ese segundo de carrera mi vida tenía mucho sentido, tenía todo lo que siempre había querido, amigos que me querían por como era, podía ser yo mismo, y estaba evolucionando como persona, además tenía unos amigos muy distintos entre sí, era lo bueno ya que cada uno aportábamos al otro lo que le faltaba y viceversa;

El último año de carrera, ya veíamos el fin de nuestros días como estudiantes y nos planteábamos cómo sería nuestra vida a partid de ahí, la verdad yo tenía miedo de perderlos, ya que podían volver a sus casas o empezar a trabajar en otro lugar.

1 comentario:

Alejandro Marcos Ortega dijo...

mmmm, hasta aquí cosas q ya conocía. por cierto, prefiero morirme antes de leer mas libros de crepusculo...